Vivimos en una sociedad humana en donde las incoherencias, las inconsistencias y las dicotomías son nuestras compañeras en nuestro diario trajinar por la vida y el pan nuestro de cada día.

El Homo Sapiens moderno se encargó de elaborar la Declaración Universal de los Derechos Humanos fundamentales del ser humano, un bellísimo texto, con una fuerte carga de humanismo, pero en las últimas décadas ha privilegiado y se ha preocupado más, en crear salones de belleza para mascotas, hospitales para animales, servicios funerarios para perros y gatos.

Las actitudes y conducta oscilantes del Homo Sapiens moderno delatan su gran ambivalencia, por un lado, es capaz de demostrar un espíritu altruista sorprendente y una gran sabiduría humana, por otro lado, es capaz de expresar una gran insensibilidad humana frente al sufrimiento de los demás y una demencia humana significativa.

Hoy más nunca es necesario reencontrarnos con nuestra esencia humana más profunda, con nuestra sabiduría ancestral, aquello que nos convierte en humanos de verdad, capaces de extasiarnos con el milagro de la vida, capaces de amar a los demás y defender la vida en todas sus expresiones, y que nos aleje cada vez más de la demencia que nos deshumaniza.